“Aquellos que abogan por la energía nuclear como el único vector probable para una combinación energética baja en carbono están doblemente equivocados”
A En el apogeo de los “treinta años gloriosos”, Francia en Pompidou respaldó la elección de un gran punto de inflexión industrial que vería, en veintinueve años, es decir, cuatro mandatos presidenciales, la construcción de cincuenta y ocho reactores nucleares. Pero, con un 70% de su mix eléctrico de origen nuclear, nuestro país es hoy al menos una singularidad en el panorama energético de las grandes potencias, ninguna de las cuales ve la cuota del átomo por encima del 20%.
“La excepción” es una especialidad firmemente anclada en nuestro ADN nacional, pero resulta que, como el ingeniero y consultor Jean-Marc Jancovici, la reproducimos a nuestro antojo, el físico testarudo. Estamos hablando aquí de una fuente de energía destinada por la naturaleza para producir el talón base (carga básica) de la demanda diaria de electricidad.
No hace falta ser un ingeniero brillante para entender que cuando hablamos de una «base», cuando esta se acerca al 70%, es posible que nos hayamos ido un poco lejos. La gran mayoría de los reactores disponibles en Francia no son controlables y, en última instancia, solo permiten una flexibilidad de alrededor del 10 % en una hora, lo que no se adapta perfectamente a las limitaciones de equilibrar la oferta y la demanda.
La energía nuclear no es compatible con la emergencia climática
Este papel es, por tanto, evolucionar hacia las denominadas fuentes de energía «pico», principalmente térmica e hidráulica. Como resultado, Francia se encontró, desde finales de la década de 1980, con un exceso de producción de electricidad que tuvo que aprender a absorber. Nuestro país ha desarrollado así el almacenamiento de energía -porque sí, la electricidad no se puede almacenar- al aumentar la capacidad de nuestro parque de estaciones de transferencia de energía por bombeo (STEP) en un 84% en equipos hidroeléctrico.
En uno inventó el » horas pico « para orientar la demanda de los consumidores e impuso el uso de cumulus –se han instalado once millones de unidades– para almacenar los excedentes nocturnos en forma de agua caliente sanitaria. Pero quienes abogan por la energía nuclear como el único vector susceptible de ofrecer a nuestro planeta un mix energético libre de carbono se equivocan doblemente: esta energía solo es compatible con un número muy limitado de países por motivos tecnológicos, de infraestructuras y de seguridad.
Además, la velocidad de construcción de nuevas centrales eléctricas no es compatible con la emergencia climática: incluso si la nuclear supera a todas las demás fuentes de energía por la densidad de sus unidades de producción, una central nuclear puede albergar más de 5 GW de potencia en 1 kilómetro cuadrado. − Está claro que la complejidad de los proyectos los hace cada vez más largos para salir de la tierra.
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