Cómo regular el salvaje oeste de los influencers
Son las estrellas de Internet. Hacen reír, prueban juegos, dan consejos de bricolaje, moda o belleza en YouTube, TikTok o Instagram. Algunos, como Léa Elui y sus 11 millones de suscriptores en Instagram o Squeezie (Lucas Hauchard) con 17,6 millones de suscriptores en YouTube, están más considerados que los canales de televisión tradicionales. Ser mencionado por estos influencers en una publicación (mensaje compartido con una comunidad) o ser el tema de un video puede informar mucho. Es por eso que estas personalidades son cortejadas por las marcas de pes, que las prefieren cada vez más a la publicidad en los medios tradicionales. Desde Dior (LVMH) hasta McDonald’s, pasando por Coca-Cola o Yves Rocher, muchas empresas han cruzado el Rubicón colocando sus productos con estas estrellas de los smartphones.
Pero el año 2022 también fue rico en escándalos y controversias en torno a esta nueva profesión de solos en el escenario en Internet con tendencia comercial. Efectivamente, es difícil saber si estamos tratando, en las redes sociales, con estafadores o buenos asesores, y con contenido original o publicidad clandestina. Las prácticas comerciales engañosas, cuando no son estafas de pandillas organizadas, están más que nunca en la mira.
Entre las muchas desviaciones, está la envío directo, esta venta indirecta de productos de plataformas comerciales que a menudo parecen ser de mala calidad o incluso falsificados. Por ejemplo, cuando la youtuber de «estilo de vida» Emma CakeCup promocionó los auriculares AirPods a sus 1,4 millones de fans por tres veces menos que el precio normal de un modelo de Apple, cuando se vendían falsificaciones por unos pocos euros en la plataforma china de comercio electrónico AliExpress. Las polémicas llegaron a su clímax con la guerra mediática, en un contexto de ciberacoso, entre el multimillonario rapero Booba y «la suma sacerdotisa de los influencers» Magali Berdah, acusando el primero al segundo de ser el agente de“influenciadores”.
En un intento por establecer un marco para este Lejano Oeste digital, el gobierno y los políticos están dando un paso al frente. El año 2023 promete ser el de la regulación del sector. Tras haber convocado, el 9 de diciembre de 2022 en Bercy, a este microcosmos (agencias de influencia, influencers, redes sociales, asociaciones de consumidores, organizaciones profesionales), el Ministerio de Economía debe lanzar una consulta pública el 9 de enero con vistas a tomar medidas en Marzo. Mientras que se presentaron dos proyectos de ley -el 15 de noviembre y el 15 de diciembre de 2022- en la Asamblea Nacional para regular a los influencers y luchar contra las prácticas comerciales ilícitas. “¡Basta de influencers! »advirtió a los sesenta diputados partidarios, incluidos los de La France insoumise.
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