“Lamentamos la falta de coherencia de ciertas elecciones estratégicas”

Iuna guerra en Ucrania marca el regreso de conflictos de alta intensidad en el continente europeo, con la intervención directa de una gran potencia nuclear. La agresión rusa es un desafío para los ucranianos en primer lugar, pero también para Europa y, como corolario, para Francia. Estira las cadenas de suministro, trastorna alianzas y refuerza la lógica de bloques con la revitalización de la OTAN.

En este contexto, la Ley de Programación (LPM) 2024-2030, actualmente en debate parlamentario, debió ser una oportunidad para marcar lineamientos estratégicos, extrayendo lecciones del propio conflicto y sus consecuencias sobre el orden internacional, y sobre el lugar y rol de Francia. Por desgracia, el LPM no muestra una estrategia suficientemente clara o, en cualquier caso, no es consistente con la estrategia mostrada.

sobras para pagar

A nivel presupuestario, el gobierno propone gastar 413 mil millones de euros en defensa para 2030. Esto es ciertamente sustancial. Pero la trayectoria presentada adolece de inconsistencias. Así, aplaza hasta 2027, es decir, más allá de los próximos plazos políticos, la mayor parte de los esfuerzos presupuestarios anunciados. Consecuencia: Francia no alcanzará el 2% del producto interior bruto (PIB) destinado al esfuerzo de defensa antes de 2027, objetivo que Francia se ha fijado desde 2013, sin haberlo conseguido nunca hasta la fecha.

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Finalmente, el gobierno no dice nada sobre los saldos pendientes, evaluados por el Tribunal de Cuentas a fines de 2022 en “20% del esfuerzo presupuestario” de esta LPM. En concreto, esto significaba que más de 80 000 millones de los 413 000 millones de euros anunciados podrían en realidad utilizarse para financiar no nuevas inversiones, sino inversiones comprometidas en el pasado.

Más allá de estas consideraciones, lamentamos la falta de coherencia de ciertas opciones estratégicas.

Si bien uno de los desafíos radica en la capacidad de nuestro ejército para hacer frente a enfrentamientos de alta intensidad, ciertos regimientos llamados «cuerpo a cuerpo» (tanques, infantería) son desmembrados en favor de un refuerzo del llamado «apoyo», como como la guerra cibernética y la inteligencia. ¿Podría Francia entablar mañana un conflicto de alta intensidad con este ejército modelo, sin la ayuda y el apoyo de sus aliados?

Tomar estas decisiones requiere tener un debate transparente sobre los peligros que amenazan a Francia. Parece que el gobierno considera que el combate terrestre no es el más inminente. Entonces, ¿por qué justificar los esfuerzos financieros por el retorno de conflictos de alta intensidad?

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