«Las maquinitas están muy bien, pero prefiero que venga gente a verme»
El servicio de teleasistencia de la Diputación de Barcelona usa sensores e inteligencia artificial para atender a quienes no pueden valerse por sí mismos
Antonia Torres, de 77 años, pide más horas de atención en casa: “Solo vienen una hora y se van corriendo”, lamentó
Dice que no le gusta la Navidad. «No quiero ni verla… son unos días que me ponen triste. Hace dos años que murió mi hermana, y mi madre murió un día de Reyes…», cuenta antonia torres empanada en lágrimas. Esta mujer de 77 años, cerca de sabadell, viva sola y no tiene hijos ni familia que se haga cargo de ella. Por lo tanto, los trabajadores del Servicio de Atención a Domicilio (SAD) atencion municipal una hora al díay además está conectado al servicio de teleasistencia de la Diputación de Barcelona permanentemente. Este año, aplicando un proyecto de innovación social y transformación del servicio, el han llenado la casa de sensores.
La idea es detectar si se produce el calentamiento, si se dobla, si llega… y prevenir cualquier situación de riesgo, dado que pasan más de 20 horas al día completamente solas. «Ahora ya me he acostumbrado a ellos… pero si pudiera elegir, in vez de tantas maquinitas, prefiero que venga mas gente a verme a casa«, encomienda.
Hace más de 40 años qu’Antonia vive sola en piso de Sabadell, desde que se divorció de su marido. «Antes era muy valiente, iba a todos los sitios yo sola… ahora ya no puedo», explícito. Desde que se jubilo, esta mujer ha ido dependiendo cada vez más de la atención social. «Todo empezó con un dolor de espalda muy fuerte que tuve«, explicó. El médico le dio hora para los servicios sociales, que a su vez le asignaron la ayuda de una mujer que le limpiaba la casa una hora a la semana. Luego, una caída que terminado con la muñeca rota la volvió incapaz de hacer las tareas diarias. «Hace más de diez años que vienen las niñas a ducharme», cuenta. Antonia es beneficiaria del SAD: tome un momento de atención semanal para que la aseen y la compren la comida precocinada con la que se alimenta. “Ya no puedo cocinar”, explícito.
El caso de Antonia muy bien lo necesario que es el servicio de atencion a domicilio para los mayores. Cobra una pensión de júbilo que no cuesta 700 euros. Una mujer se aprovechó de su confianza y le compró el piso en el que vive desde hace 40 años. «Me enredó», explicación. vivir en uno cuarto piso, y cuando sube las escaleras termina agotada y asfixiada. ha tenido varias caidas. «Pero siempre me acaban levantando», explícito. Quien la planteó los técnicos del servicio de la teleasistencia. Su signo más emblemático, el collar con un botón rojo que Antonia tiene colocado en el cuello. «Pulsas el botón, te llaman, y vienen a por tí», explícito. Un servicio que agradece. «Al menos sé que hay alguien que se preocupa por mí».
Jugar al parchis
Pero Antonia preferiría no depender de este servicio y contar con más horas de atención personal en casa. «Es que solo me dan una hora al día. Si estuvieran más tiempo podrían hacer las cosas bien, con calma, sentarnos aquí, jugar al parchís…», se imaginó a sí mismo. Conoce a otras amigas que tienen mujeres en casa las 24 horas. «Pero yo no me lo puede pagar», dice.
Lamentó que las trabajadoras del SAD tengan que ir con prisas. Incluso recuerda que un trabajador familiar que la atendía se cayó por las escaleras. Jamás la volvió a ver. «Les hacen ir con mucha prisa, y además cada día viene una distinta y sin avisar de la hora», se queja. Un símbolo de la precariedad de este servicio y la elevada rotación de personal. Antonia ha cerrado la puerta en las narices en varias ocasiones. «No me avisan de que vienen y me encuentro con gente que no conozco de nada. Yo qué sé si son del ayuntamiento o si se hacen pasar por ellos para aprovecharse de mí», exclamó.
Para reducir los riesgos que puede tener Antonia en su caso, el servicio de teleasistencia de la Diputación de Barcelona pretende mejorar la detección y la prevención. Para ello apuestan por la inteligencia artificialy después de instalar un detector de humos y de fugas de gas, ahora le han llenado la casa de sensores de movimiento y temperatura conectado con un «router» wifi.
Antonia los lamas los ‘bichitos’. «Están por todos lados: al principio me daba miedo porque esperaba que me grabaran, pero no es así, no ven nada de nada“, explicó. Es el proyecto ‘Tot in a sensor’, que permite medir la temperatura, humedad, luminosidad y aceleración de forma no invasiva. Sabadell, Badia del Vallès y Ripollet. La idea se amplía a 2.000 más en 2023, 3.000 en 2024 y 3.900 en 2025.
Detectar cambios de rutinas
«Es un complemento de seguridad en los hogares. Nos permite establecer patrones para detectar cambios de habitos y posibles riesgos: deterioro físico, mental, emocional. Si alguien no se mueve, está más tiempo en la cama, si no se ducha o no pone la calefacción… Podemos actuar de forma predictiva porque muchos mayores no piden ayuda«, explicó la Diputación.
Durante el plan piloto detectó que un hombre dormía en un surco frente a hacerlo en su cama. El servicio de teleasistencia le llamó y resulta que la dolía mucho levantarse de la cama. El tema se resolvió comprándole una cama articulada.
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Este es tan solo uno de los proyectos de la Diputación que usean la digitalización ante la falta de cuidadores en los hogares. La entidad supramunicipal prevé destinar dos millones de euros para hacer obras en más de 3.000 hogares para adaptar cocinas, puertas o baños, y planea facilitar 177 geolocalizadores a personas mayores que viven en entornos rurales. «Son gente que tienen huertos, están aislados, salen mucho de casa y se pueden caer o desorientar», apuntan fuentes de las organizaciones.
“Es un colectivo que nuestra preocupación por su vulnerabilidad y necesidad de garantizar que todos, independientemente de su situación familiar, tengan garantizada la seguridad y el cuidado en el hogar”, subraya luisa moretdiputada del Área de Igualdad y Sostenibilidad Social de la Diputación.