Le Pen plantea las elecciones europeas como un referéndum sobre la inmigración | Internacional
Marine Le Pen, líder de la extrema derecha francesa y candidata a suceder a Emmanuel Macron en el palacio del Elíseo, quiere que las elecciones europeas de junio sean un referéndum sobre la inmigración. Cree que tiene el viento a favor, con partidos más o menos afines al suyo, el Reagrupamiento Nacional (RN), que avanzan por todo el continente. También considera que en un momento de crisis globales y sensación de inseguridad en una parte de la ciudadanía, las elecciones a la Eurocámara son una oportunidad para quienes defienden las fronteras cerradas y para los partidos nacionalistas y euroescépticos.
“Hay periodos en política en los que se ven llegar grandes convulsiones, que anuncian el fin de una época, de un sistema”, dijo este domingo Le Pen en un mitin multitudinario en Marsella para poner en marcha la campaña electoral de Jordan Bardella, su mano derecha y número uno en la lista del RN. A los 28 años, el candidato y presidente del RN es uno de los niños prodigio de la política francesa ―el otro es Gabriel Attal quien, a los 34 años, es el primer ministro más joven de la V República, tras su nombramiento en enero por el presidente Emmanuel Macron―. “Es evidente”, añadió Bardella en su discurso, “que [estas elecciones] constituyen un referéndum contra la sumersión migratoria.”
Las europeas, convocadas entre el 6 y del 9 de junio, son, para Le Pen, una antesala de las presidenciales francesas de 2027. Confía en que un buen resultado represente un paso más en el largo proceso de normalización del RN y lo consolide como única alternativa a quien suceda a Macron en el campo gubernamental, quien, tras dos mandatos de cinco años, no puede volver a presentarse.
Entre los miles de asistentes al mitin ―8.000, según Bardella; el pabellón estaba lleno― había muchos jóvenes, muchas banderas nacionales. “¡Marine, Marine!”, gritaban. “¡Jordan, Jordan!”. Bailaban, bebían cerveza, cantaban La Marsellesa. “Este es el único partido próximo al pueblo”, decía Marjorie Davidaud, de 23 años y militante desde los 15. “Lo que nos une es el amor por Francia y la conservación de nuestras tradiciones. Francia son 1.000 años de historia, no solo 60 como Europa”, añadía Théo Marquez, de 18.
La extrema derecha se siente fuerte, más que nunca. Eufórica. Lo que más llamaba la atención este domingo en Marsella —ciudad de izquierdas en una región de arraigo lepenista— era la alegría. Ni rastro de la cólera que se asocia a la extrema derecha ni del mal humor. Como si, después de tantos años, tantas derrotas, tantas veces sentirse estigmatizados, tanto escuchar que son de extrema derecha y una amenaza para la democracia, por fin fuesen ya un partido normal. Para millones de franceses ya lo son.
El RN es el favorito indiscutible para las europeas de junio. Si se celebrasen hoy, la lista de Bardella obtendría un 29% de votos, según el último sondeo del instituto Ifop. La lista macronista, encabezada por la eurodiputada Valérie Hayer, sumaría un 19%. La estrategia de los macronistas para conjurar la catástrofe en las urnas es denunciar al RN por incompetente e incoherente, y recordar sus vínculos con Rusia.
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“Tras las elecciones europeas, no habrá que hacer proyecciones para las presidenciales”, afirma por teléfono Jean-Yves Camus, codirector del Observatorio de las radicalidades políticas en la Fundación Jean Jaurès. Camus recuerda que, históricamente, las europeas son un modo de escrutinio favorable para el RN, como lo fueron para el Frente Nacional (FN), fundado por el padre de Marine Le Pen, Jean-Marie. En Francia tienen una función comparable a las elecciones de medio mandato en Estados Unidos: permiten sancionar a quien gobierna. El primer éxito electoral de Le Pen padre fueron precisamente unas europeas, las de 1984, en las que el FN obtuvo un 11%. El RN de la hija ha sido el partido más votado en Francia en las europeas desde 2014.
Las europeas de 2024 podrían culminar para el RN una etapa que se abrió en 2022, cuando Marine Le Pen se clasificó por segunda vez a la segunda vuelta de las presidenciales y sacó más de 13 millones de votos, un 42%. En las legislativas salieron elegidos 88 diputados lepenistas, conformando el primer grupo de oposición a Macron. Además, han seguido una estricta disciplina para evitar las salidas de tono y dar una imagen de seriedad.
Con cada crisis, avanzan. ¿El movimiento contra la reforma de las pensiones? Al igual que la izquierda, estaban en contra, pero evitaron sumarse al ruido parlamentario y tomar la calle. ¿Los disturbios en la banlieue? Les sirvieron para afirmar que confirmaban sus predicciones sobre la fractura de Francia y los peligros de la inmigración, aunque quienes participaron en los disturbios no eran inmigrantes. ¿La guerra en Oriente Próximo? Le Pen se unió a la gran marcha del 12 de noviembre contra el antisemitismo, lo que, a ojos de muchos franceses, sirvió para lavar el pasado antisemita de un partido fundado por colaboracionistas con los nazis. ¿Las protestas agrícolas? Una oportunidad para cargar contra las políticas medioambientales de la UE, que supuestamente dañan al campo, y erigirse como defensores a los campesinos, símbolo, en palabras de Bardella, de “una Francia púdica y digna, una Francia que no se decide a desaparecer”.
Hay sondeos que vaticinan la victoria de Le Pen en las presidenciales, pero Camus avisa: “Es un error preverlo de antemano”. Y señala que entre el 42% que Le Pen logró en las presidenciales de 2022 y el 50% más 1 voto necesarios para ser presidenta, hay “un abismo”. Y quizá el más difícil de superar: el que consiste en convertir al RN en un partido interclasista y atrápalo-todo, como las grandes formaciones socialdemócratas y democristianas de la segunda mitad del siglo XX y principios del XXI. “Su victoria no es una fatalidad”, añade el politólogo, “pero si los adversarios de Marine Le Pen quieren ganar, deben bajar un poco a tierra y mirar los problemas que provocan el descontento popular”. El experto considera que calificar al RN como “el partido de Rusia” no basta.
En Marsella, Le Pen y Bardella cargaron contra lo que el candidato ha bautizado como el “vonderlayismo”, en alusión a la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen. En su visión, esta forma de macronismo a la escala de la UE es una doctrina que erosiona la soberanía de los Estados. Ante ello, ya no propugnan, como hasta 2019, el Frexit (la salida de Francia de la UE). El objetivo ahora es transformar la UE desde dentro. Para el RN, el enemigo son las políticas ambientales europeas, así como las migratorias que, según su argumentario, llevan a una apertura de fronteras y a inundar Europa de extranjeros.
“Corresponde a los franceses, y solo a ellos decidir quién puede entrar en nuestro suelo, quién puede quedarse, y quién no”, defendió Bardella. Su discurso fue interrumpido varias veces por los miles de militantes y simpatizantes coreando “On est chez nous!” (estamos en nuestra casa); un cántico del viejo Frente Nacional. Algunas tradiciones nunca mueren.
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