octubre 8, 2024

Real Madrid 1 – Barcelona 3: Xavi repasa el libro de Ancelotti

Se confirmó que enero y febrero será pequeño Calvario por madrid Ha de salvar el Mundial de Clubes y reformarse antes de que llegue el Liverpool. Convendría volver al repliegue, acularse atrás, a buscar una nueva humildad porque el Madrid es un campeón con problemas. Volvemos a ver trazos de un equipo mal cosido. Lo volvió a revelar el Barcelona de Xavi, que esta vez no se fue como un kamikaze cruyffista hacia el rival sino como otro de fútbol control, esperando que el propio Madrid le regalara las ocasiones como fruta madura cayendo de los árboles de su defensa.

El Madrid empezó espabilado, con ganas. Camavinga estaba airoso en el recorte y Vinicius recibido, con beneplácito arbitral, la sacudida de Araújo a modo de saludo.

Este brío inicial del Madrid, que ganó la primera batalita del nervio, tuvo como respuesta la aparición de Lewandowski, auténtico nueve y, por tanto, auténtico faro del equipo. Disparó un violento chut desde el borde del área que Courtois paró de forma inverosímil, llegando abajo con la mano mientras sus piernas se elevaban por los aires, como haciendo palanca de sí mismo.

EL Barça intentó hacer valer su lento amasijo de toques, a lo que el Madrid, en posición ya clásica, respondió con algunos latigazos, como la carrera gordillesca de Mendy, con centro que remató Benzema, fuera por poco.

Un regate de Vini, vainica doble sobre Koundé y Araújo, levantó los ¡oh! de Riad y sacó al domingo de su depresión estructural… Pero Vinicius ya juega rodeado de dos y hasta de tres por sistema, como si estuviera necesitado de una salvacion tactica que no llega.

Xavi, con su trenka, parecía un Harry Potter de La Masía, el toque era académico, estaba feliz; Ancelotti mascaba con confianza yanqui su ‘chewing gum’ porque el lento vals culé todavía tenía menos visos de peligro que el posible contragolpe madridista.

Pero ese equilibrio que tenia contento a los dos fue roto por una accion de Rüdiger: regaló la pelota en la salida y el error lo aprovechó el Barcelona (Busquets encimaba a Camavinga muy arriba) con rapidez mecanizada. Gavi marcó y su celebración descargaba una rabia que era, a la vez, generacional y de toda la vida.

El Madrid recibió otro gol por un error defensivo en la entrega. Esto habla mal de algo. La salida de la pelota es sucia, defectuosa. Se puede achacar a la concentración, pero cuando se repite varias veces parece revelar un fallo más profundo.

No fue el unico. El Barça envalentonó. Su centro del campo estaba formado por oxitocina, endorfina, serotonina y dopamina y en el 45 marcó el segundo en una lamentable presión de Madrid, que se fue descomponiendo solo con los movimientos suicidas de sus defensas. El gol lo remató Lewandowski, pero se había hecho instantes antes, cuando el Madrid se deshizo presionando.

El Madrid cayó en la salida de balón, es personalizable en Rudiger, y cayó en una presión colectiva imprecisa y despareja. Se fue al descanso empequeñecido y salió con Rodrygo por Camavinga, cuya psicología parece no importar, como si no tuviera estado de ánimo.

Courtois salvó otro gol a Dembélé en una jugada en la que Balde había superado a Carvajal como un tren bala tiene un Seiscientos. La elocuente era jugada; el Madrid no podía irse a presionar arriba, la pelota era del Barça y Modric y compañía transmitían un cansancio infinito.

El partido estaba mucho más cerca de otro 0-4 que de una remontada. impotencia colectiva, madridista colapso enero. Ancelotti debería usar la Copa para dar entrada a los mejores canteranos e intentar un cambio al ‘libreto’ de la temporada pasada, que ya pasó a la historia: plegar intensivo y nueva rearme defensivo del equipo.

El Madrid entonó un poco aguantando su presión, aunque siguió en su campo la mayor parte del tiempo, pero ¿Quién puede pedirle ya humanamente a Modric que presione? ¡Que alguien tire la toalla, que alguien diga basta ya y acabe con este sufrimiento!

Salió por Ceballos por é y con su juego gelatinoso regaló otro balón al Barcelona, ​​​​que en semicontra electrizante marcó el 0-3, con pase de Gavi a Pedri. El gol postrero de Benzema fue mero maquillaje de la honrilla y puñeta a los cronistas.

Fatiga de materiales y fatiga de ideas en Madridque ahora mismo tiene a Courtois, alrededor del cual se debería arremolinar, ya Vinicius, solo frente al mundo, rodeado ya o ionizado siempre por tres rivales, como si fuera ya él un átomo envuelto por un protón (el lateral), un neutrón ( el central) y un electrón (el mediocampista de apoyo) que le dan vueltas en cada carrera que intenta.

La energía de Valverde claudicaba ante la de Gavi, como en un simbólico y diminuto, transitorio, traspaso de hegemonía y el Madrid, incapaz de presión, jadeante tras la pelota, inclinado su testa coronada ante el Barcelona. Otra victoria doctrinal de Xavi antes de primavera de la que el Madrid podría sacar provecho. Ancelotti debe tomar medidas desde ya.