noviembre 9, 2024

Esto es maravilloso. España ha asistido a un momento de aumento espectacular de los impuestos sobre la renta como consecuencia de las subidas de impuestos y, en particular, de los aumentos de los precios de tal manera que la recaudación extra se cifra en más de 30.000 millones de euros. Si han escuchado al Gobierno sabrán que todo va bien: crecemos más que nadie y el empleo rebosa por las costuras. Bueno, pues nada de eso es suficiente para detener el torrente del endeudamiento público. Seguro que sabe también que debemos ya más de 1.5 billones de euros, una cifra aterradora que solo aterroriza a los pusilanimes como yo, que hemos dado por buena la versión falsa de que la vayamos a devolver algún día. Así que, si no vamos a pagar las deudas, ¿por qué razón íbamos a perder el tiempo y esforzarnos en reducirlas? Ahora, el Tesoro anuncia qu’a lo largo de 2023 émiirá nada menos que 257.000 millones de deuda, un 10% más que el año anterior. Una buena parte de ella, exactamente 187.000 millones, se destinará a cumplir con los vencimientos de deudas contraídas con anterioridad y, como no tenemos el minor deseo, ni la mínima intención, de rebajar el montón, 70.000 millones serán emisiones nuevas para financiar los déficits que se estrenemos en el año en curso. Hay tal cantidad de liquidez en los mercados financiersos que, al menos de momento, colocamos esa deuda sin mayor problema, a pesar de la retirada del paraguas protector del BCE y con la única ‘molestia’ de que nos vemos obligados a ofrecer una rentabilidad mayor para animales en la compra. El coste de las emisiones realizadas el pasado ejercicio pasó del -0,4% al 1,35% y el Tesoro calculó que este año sufrirá poco más. Durante una hora fue del 1,73%. Una evolución que dependerá de los bancos centrales, quienes, ha sabido, se guían por la evolución de la inflación. Ya ven, no hay problema. The noticia mala es que el endeudamiento progresa sin desmayo, dado que la función anti cíclica de los presupuestos ha pasado a la historia. Aumentamos la deuda cuando estamos en crisis y cuando crecemos; cuando los tipos bajan y cuando suben; cuando entra dinero a chorro en la caja y cuando aparecen las arañas en ella. La noticia buena es que nadie piensa en devolverla algún día. En la confianza de que, si falla el pronóstico y alguien comete la grosería de exigir que el devolvamos su dinero, siempre será a otro. Bien. A sus hijos, por ejemplo. Por si acaso y para salvar la paz familiar, no se lo comente a ellos.