abril 18, 2024

Libro. Rara vez desde el establecimiento, a fines de la década de 1940, del sistema multipartidista en la Turquía republicana, un examen ha tenido tantos riesgos. Las elecciones legislativas y presidenciales del 14 de mayo son, de hecho, el momento de la verdad para una democracia socavada por los veinte años de reinado indiscutible de Recep Tayyip Erdogan y los islamistas del Partido Justicia y Desarrollo (AKP). Pero los resultados de este control conciernen a toda la región y mucho más allá. Fortalecido por su posición geopolítica clave, Turquía, pilar del flanco sureste de la Alianza Atlántica, se afirma cada vez más como un jugador importante decidido a jugar sus propias cartas con múltiples asociaciones transaccionales, incluida la Rusia de Vladimir Poutine.

“Desde el Mediterráneo hasta el Cáucaso, la política revisionista turca y sus extensiones militares han hecho temblar la solidaridad estratégica que une a los miembros de la OTAN”destaca Jean-Sylvestre Mongrenier, director de investigación del Instituto Thomas More, en El mundo visto desde Estambuluna suma de más de 600 páginas que se abre con un prefacio de Marie Jégo, periodista de la Mundo y anteriormente corresponsal en Moscú y luego en Estambul.

Turquía quiere ser reconocida en su nuevo papel de potencia intermediaria y, «siempre temerosa de ser incomprendida, se afirma a través de la producción de un discurso fuerte que se aleja cada vez más de la cosmovisión de sus socios históricos»analiza Dorothée Schmid, responsable del programa Turquía-Oriente Medio del Instituto Francés de Relaciones Internacionales, en su libro Allá Türkiye en cien preguntas (Tallandier, 320 páginas, 10,50 euros), reeditado en una versión actualizada y enriquecida.

¿Sigue siendo Turquía un aliado o al menos un socio fiable? Jean-Sylvestre Mongrenier evoca tanto las numerosas fricciones de Ankara con sus aliados convencidos como la naturaleza cada vez más autoritaria del sistema de Erdogan. el descifra “aventura unilateral” del presidente turco y su narrativa, destacó que “la apariencia de desorden e improvisación provocada por el florecimiento de diferentes temáticas (eurasismo y “rutas de la seda”, panotomanismo, panislamismo) no puede ocultar la voluntad de poder del nuevo actor geoestratégico”.

Apasionado y harto de su historia

La Turquía de Erdogan no es –o aún no– la Rusia de Putin, como demuestra la posible victoria de la oposición el 14 de mayo. Si gana este último, eso apaciguará, al menos en la forma, las relaciones con la Unión Europea y la OTAN, pero la diplomacia de Ankara, centrada sobre todo en la defensa del interés nacional, no será muy diferente. Por lo tanto, es esencial comprender la representación que los turcos tienen de lo que los rodea: Mar Negro, Medio Oriente, Cáucaso, Balcanes, Asia Central, pero también comprender su compleja relación con el pasado otomano y con Occidente. Como le gusta recordarnos al gran historiador Edhem Eldem, Turquía es a la vez “cliomane” Y «Cliopa»es decir apasionado de la historia y harto de su historia.

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